miércoles, 28 de marzo de 2012

Camperucita Roja


Había una vez en un humilde y carenciada casa en la orilla del Conurbano Bonaerense, una niña llamada Camperucita Roja, que tenia como tarea ir a comprar al kiosco una tableta de migral y llevarla a la casa de su abuela que era vaga y vieja y por lo cual debia ocuparse de realizar las compras.
Su madre le ordenó que no se distraiga y que se diera prisa pues, esta chica no habia hecho su tarea, tenia que ordenar su pieza y asearse, pues hacía varios dias que no lo hacía. Y sobre todas las cosas que no se distraiga con ningún “turro”( así denominaban a una feroz bestia con contexturas similares a la de una persona, aunque hay notables diferencias, como sonidos guturales, una vestimenta deportiva y una escritura en jeroglífico que consitia en poner tilde a la mayoria de las vocales. Había una en el barrio que tenía particularmente orejas grandes y aspecto similar al de Golum del Señor de los Anillos, aunque más feo).
En el camino, distraida como de costumbre, divisa a la horrible bestia, que luego se le acercó y le pregunto lo siguiente:


Turro: ééh amiwa donde váás

Camperucita: A la casa de mi abuela a llevarle unas pastillas, que le duele la cabeza y la vieja no es capaz de levantarse y comprarselas ellas.

Turro: corteééé re gata la tipa no?

Camperucita: No se... pero me tengo que ir ¡Adios, nos vemos!

Turro: Reéééhscate amiwa yo te acompaño amiwa hay muchos buitres por la villa tene’ que tene’ cuidado viteh.

Camperucita: (quedo penso pensado en las indicaciones de la madre, pero no vio nada raro en excepto en su celular que omitia ruidos extraños y este sujeto danzaba al mismo ritmo) Bueno dale


Terminaron de comprar y el turro le pregunto cuanto faltaba y Camperucita le dijo que unas cuadras, derecho hasta el 3555, donde se contraba un pequeño duplexito donde vivía su abuela, fue entonces cuando el turro la desafió a una carrera.
Lógicamente el primero en llegar a la casa fue el wachiturro debido a su amplio currículum en atletismo por gran labor en la Academia Penintenciaria de Sierra Chica. El turro desefundó una 9mm y entró de prepo a la casa de la abuela de Camperucita, la escondió en el armario y comenzó a agarrar todo lo que pensaba que era de valor... en realidad todo, porque ni siquiera su propia vida tenía valor, así que todo servía para financiar su misable existencia, pero no pudo terminar de robar porque Camperusita Roja golpeó la puerta y ya se hacía difícil escapar. Ademas se daría cuenta, así que optó por disfrazarse de la abuela.
Cuando Camperuza llegó se dirigió hacia la pieza en donde estaba el turro disfrazado de la abuela, acostado. Apenas lo vio se asombró, pues no lucía igual. Esa inquietud provocó que le exclamara:


Camperucita: Abuelita ¡Que ojos tan colorados tienes!

Turro: Son por ver televisom

Camperucita: Abuelita ¿porque tenes ropa deportiva?

Turro:  es para ejercitarme mejor

Camperucita: ¡Que orejas tan grandes tienes!

Turro: es para escuchar cumbia mejor

Camperucita: ¡Qué manos dañadas tienes!

Turro: ¡son para robarte mejor!


E inmediatamente le ordenó que se tire al piso, que le de toda la plata y que no gritara porque si no la iba a cortar. Por suerte, la chusma de la esquina estaba al tanto de la situación y llamo a la policia, que por ser un cuento llegó inmediatamente y detuvo a la bestia, se lo llevaron a la comisaria y estuvo preso por un día por ser menor y todos fueron felices para siempre.

FIN

lunes, 5 de marzo de 2012

Pedales

- Che, ¿Escuchaste el fuzz face?

- Es una porquería: es caro, es horrible y encima parece un overdrive con los agudos subidos

- ¡La verdad que tenés razón! Prefiero el big muff, aunque el big muff suena más a nombre de hamburguesa que a pedal

- Si, pero qué importa, además re garpa el tono que tiene

- Si, pero me gustan más los overdrive

- ¡No podés comparar un overdrive con un fuzz, idiota!

- No los comparo, solamente digo que es mejor una distorsión con media ganancia, no una pelota de ruido con nombre de hamburguesa

- Buehh, ya fue... Con distorsiones nunca vamos a estar de acuerdo. Además sos un...

¿Alguien entendió un poco de esta conversación? Si son personas normales y no unos aficionados hablando de insignificantes cajitas de metal con perillas de y elevados precios, bastante inaccesibles, tienen suerte. 
Tengo dos amigos que no dejan de hablar de pedales de efectos, amplificadores y cosas por el estilo para sus guitarras. De repente, te cambian de tema y empieza esta ávida y larga cruzada sobre el territorio sónico. Lo peor es que interrumpir bruscamente su conversación no sirve de nada, ya que lo único que suelen hacer es mirarte, reírse y seguir hablando como si nada hubiera pasado. 


Es cierto: no sé nada del tema. Pero tenían razón con que el fuzz face es feo

No contentos con hablar hasta por los codos, intentan armar unos propios. Quieren poner en práctica sus ideas, sabiendo que lo van a dejar a la mitad y que va a terminar siendo una maraña de cables y "el cosito verde con pinchitos que tenían adentro los juegos del Family".
En ese momento te sentís más desubicado que un chupete en la oreja o una Gibson Les Paul en Pasión de Sábado. Pero te explican un poco como para no quedar tan afuera del tema, pero es complicado. Tal vez porque explicar que un pedal hace que la guitarra suene mas "pulenta" o que tenga un sonido mas "jjjjjjjjjjjjjjjjjjj" no sirve. Y menos si no tocas la guitarra.
Para cuando ya pasaron tres horas de delay's, chorus y wah-wah's, hundís la cabeza en el pecho y dormís un poco, creyendo que tal vez a este mundo no le vendría mal distorsionarlo y evitarse ciertas situaciones, aunque tus palabras no tengan efecto.



viernes, 2 de marzo de 2012

Me ama

Pablo: - ¡Al fin viniste, te estaba esperando! Quisiera saber que era lo que me querias decir urgente.

Juan: - Quería hablarte de Camila, ¿viste?... la chica que vive enfrente.

Pablo: - Ya se, ni me digas, ya me di cuenta, esa chica está enamorada de mi.

Juan: - (dubitativo): Emm…pero…

Pablo: - Me lo cuenta cada vez que miro sus hermosos y brillantes ojos; me doy cuenta, cuando camina, su danza que parece que le bailara al mismísimo Sol, que brilla por tan sólo el simple hecho de que respire. Ya tengo un motivo para activar mis neuronas y que colapse mi cabeza. Su voz es tan dulce y suave, al tal punto que suelo imaginar que su garganta es el lugar donde habitan los ángeles, su piel parece estar tallada a mano por los mejores artistas plásticos.
Ella desvela mis noches, invade mi mente y no quiere irse de mi cabeza y la teje de ilusiones...

Juan: - Pero…


Pablo: - (interrumpiendo) ¡No es todo! Cuando la miro a los ojos me esquiva la mirada, no me responde las llamadas y de las 20 veces que se conecta me contesta apenas 4, además me habla poco y no toca temas profundos ¿No crees que lo está ocultando y no quiere decírmelo? Porque se le nota demasiado.

Juan: - Emm… solo vine para decirte que Camila y yo nos pusimos de novios. ¿No te molesta no?


(Escrito por Gustavo)

jueves, 1 de marzo de 2012

Estimados Lectores

Estimados Lectores:

Les tengo el honor y el orgullo de comunicarles que, a partir de mañana, 02/03/2012, tendremos un nuevo escritor, que nos llenará de risas, llantos y todas esas cursilerías. Espero que el artículo de mañana les sea de su agrado.

Pelusas de Bolsillo

miércoles, 29 de febrero de 2012

Necesitamos hablar

- Mamá, necesitamos hablar...

- O por Dios... ¿¡Vas a tener un hijo!? ¡Te dije que te cuidaras! ¿Y ahora qué vas a hacer? ¡Dejaste embarazada a esa chica, no va a poder ir a la facultad ahora! ¡Encima me imagino que vas a empezar a trabajar! ¡No me importa ninguna excusa, TE VAS a hacer cargo! ¡Y otra cosa: no pienses que yo me voy a hacer cargo yo eh! ¡Ya tuve muchos hijos como para que después de tantos años tu padre y yo tengamos que cargar con otro bebe! ¡Son muchos gastos y además, yo ya estoy cansada! Si querés lo cuido unos días, supongo... ¡Pero NADA DE SALIR A BAILAR! ¿ENTENDISTE? ¡Lo único que falta es que, encima que te lo cuide, te vayas de parranda! ¡Dios! ¿Qué hice mal? ¡Y no me pongas esa cara! ¿Qué? ¿QUÉ VAS A HACER AHORA? 

- ¿EH? Sólo te iba a pedir plata...

- ... Ah... ¿Para pañales?

sábado, 11 de febrero de 2012

Yaguie

Los que me conocen sabrán que no soy un amante de los perros. Soy de esos cobardes que son capaces de cruzar la calle (o porqué no, de dar la vuelta a la manzana) para evitar pasar por delante de uno de estos animales, sin importar su tamaño o raza.
Me he visto enroscado en problemas con perros: me mordieron, me persiguieron, hasta me orinaron encima. ¡Parece que hablo de mafiosos, pero es la verdad! Me dirán “Ellos te ladran porque les tenés miedo”. Al principio no fue así, me ladraban porque sí (cosas de perros, vaya uno a saber) y de ahí les agarré miedo. Ahora, si me ladran, tendrían razón.
Irónicamente, mi casa siempre fue y será una veterinaria enorme. No me alcanzan los dedos para contar la cantidad de perros, perritos y otros bichos que tuvimos.
Pero nunca me voy a olvidar de un perro, de uno que sí me quería: Yaguie.
Yaguie era un perro raro: era como un gran danés por la altura y estirpe, pero era muy delgado y corría rapidísimo como ningún otro, como un galgo. Era totalmente negro, y al trotar parecía un caballo. Era muy lindo de ver. Aunque era callejero, las marcas en sus piernas lo mostraban, y no soportaba estar en casa todo el día. Una de sus virtudes es que siempre encontraba nuestra casa, sin importar a dónde se iba, él volvía. Es más, nos perseguía kilómetros caminando, y volvía lo más campante.
Nos acompañaba a todos lados. Cuando iba al colegio, él iba conmigo, y todos los chicos lo acariciaban. Era un perro muy amigable, todos lo querían, y en el barrio era conocido por meterse en las casas ajenas (lo entrenamos para que haga sus “asuntos” en casa de mis vecinos, al mejor estilo Casados con hijos).
Aunque también era un poco torpe. Lo he visto dormirse parado y caerse de costado, ladrarse a sí mismo cuando se veía a un espejo, jugar con botellas de gaseosa y molestar a los gorriones.
Para cuando nos mudamos a otra casa, él ya tenía 16 años aproximadamente. Y se notaba que la edad le pesaba mucho: ya no corría, no ladraba como antes y le dolían los huesos. Semanas después, no podía caminar. Las piernas no tenían fuerza. Era estremecedor verlo tratándose de levantar, temblar, caerse; y volverse a levantar.
Días después, murió. Fue muy difícil reaccionar, él estuvo durante toda mi niñez, saber que se había ido nos dolió mucho a todos.
Siempre voy a recordar sus latigazos con la cola, cuando iba sólo en la oscuridad y me sorprendían sus ojos brillantes, llenos de luz, aunque su cuerpo no se veía. Y aunque tengamos otros perros ahora, ninguno va a ser igual que Yaguie.


viernes, 10 de febrero de 2012

El mala onda

(Charla entre amigos)

Martín: … Entonces viene mi tío, y nos dice que se va a Brasil y…

Hernán: (llega e interrumpe) ¡Santi, no sabés! ¡El profesor de canto dice que voy re bien!

Santiago: ¡No me digas, genial loco, te felicito!

Hernán: Si, estoy re contento. ¡Dijo que si seguía así podría tomarme un examen en un Conservatorio y tener mi título y todo!

Santiago: Mirá vos. ¡Dale para adelante nomás!

Martín: Qué bueno che… ¡Felicidades! Bueno, te sigo contando. Se va para Brasil por un tema de trabajo, parece que…

Hernán: ¡Esto es genial! No pensé que podría llegar a enseñar canto. ¡Sólo lo hacía por hobby! Quién diría che…

Martín: Qué bueno che… Seguí nomás, que vas bien. Como te decía, parece que se va a comprar una casa allá, y de paso va a ver a los abuelos, que no sé si te conté, pero son brasileños…

Hernán: ¡Estoy emocionado! Pensé que cantaba mal…

Martín: (Un tanto molesto de tanta interrupción) No, para nada… Decía entonces que se van todos, no voy a poder ver a mi ahijado en un tiempo largo…

Santiago: Uh… Y qué se le va a hacer…

Martín: Y si… En fin, la onda es que…

Hernán: ¡Y lo mejor es que…

Martín: Mirá, Hernancito, todo bien che, pero dejate de romper las pelotas. Ni que fuera la gran cosa: empezaste hace poco, no podés decir que esos “alaridos” son cantos. No porque vivas en una nube musical vas a venir acá a interrumpir a cada rato, a contarnos cosas que sinceramente no nos interesan ni a mí ni a él. Si tenés ganas de joder, hacé algo que no nos intervenga a nosotros, porque que seamos amigos de toda la vida no significa que tengamos que soportarte. Igual, felicidades por todo.

(Hernán y Santiago lo miran cayados)

Martín: ¿Qué? ¡Igual lo felicité!